Lejos ha quedado, o debería ir quedando, la imagen del docente que a manera de enciclopedia viviente llega al aula con un cúmulo de conocimientos memorísticos que transmitirá a los estudiantes como quien llena recipientes con el elixir de la sabiduría, desde luego el mejor será aquel que mayor cantidad retenga y así lo demuestre en el examen.
El proceso de mediación que se sustenta en la teoría de la modificabilidad cognitiva desarrollada por R. Feuerstein, y que actualmente se utiliza y denomina como mediación pedagógica o aprendizaje mediado, invita a realizar un proceso de enseñanza-aprendizaje o aprendizaje-enseñanza basado en lo trascendente y significativo de los conocimientos, en la comunicación entre educando y mediador, que le lleve a comprender el por qué y para qué, de los conocimientos que está adquiriendo, así como de las actividades de aprendizaje que está realizando.
Como escribe el Dr. Daniel Prieto Castillo “Es pedagógica aquella mediación capaz de promover y acompañar el aprendizaje de otros interlocutores, es decir promover en los otros la tarea de construirse y de apropiarse del mundo y de sí mismos”, claro está que no podemos promover y acompañar el aprendizaje de algo que no conocemos o hemos aprendido, por lo que es una de las primeras características de un buen mediador el poseer el conocimiento, la diferencia está en la forma en que va a mediar para que el estudiante se apropie del mismo.
No debemos pensar que este proceso de mediación del aprendizaje es propio de los maestros de nivel primario, o necesario en la educación de niños, en el campo de la educación superior debemos considerar que al trabajar con adultos, jóvenes o mayores, pero adultos, cada uno de ellos tiene intereses como individuo, experiencias de vida y metas profesionales, por lo que un aprendizaje mediado basado en estos intereses, experiencias y metas, fomentará el interés en la adquisición de los conocimientos y en la realización de las actividades, logrando con ello un aprendizaje trascendente y significativo.
